Cómo leer los datos de este informe
Como Observatorio Niñez llamamos a los lectores a enfocarse en diferencias relativamente grandes entre un año y otro y entre regiones, ya que las diferencias pequeñas pueden reflejar simplemente error muestral y no cambios reales en el bienestar de los niños. Sólo cuando las diferencias observadas son estadísticamente significativas como Observatorio lo señalamos. Por otro lado, es posible evaluar las tendencias observando a largo plazo. Para ello, en la página web del Observatorio Niñez existen análisis de algunos indicadores observando todas sus mediciones disponibles en el tiempo.
Los indicadores se muestran en porcentajes, porque es la mejor manera de evaluar cambios a lo largo del tiempo y comparar entre regiones y el país. Sin embargo, mirar sólo los porcentajes puede ocultar la magnitud de algunos de los problemas examinados en este informe. Por lo mismo, en el informe proporcionamos datos sobre el número real de niñas y niños que experimentan los fenómenos captados por los indicadores. Cabe destacar que el número de casos obedece en el caso de los datos provenientes de muestras (CASEN, Encuesta Nacional de Polivictimización) se obtienen utilizando los factores de expansión proveídos oficialmente en las bases de datos disponibles. En el caso de aplicaciones censales, como Simce y registros del DEIS, los números corresponden al número real de respuestas.
Modelo de indicadores para medir el bienestar
1. Selección de indicadores
Los indicadores seleccionados por Observatorio Niñez para realizar esta radiografía del bienestar de la niñez en Chile se basan en el Modelo de Bienestar elaborado por Fundación Colunga. Para medir el bienestar de las niñas y niños, Observatorio Niñez operacionalizó este concepto siguiendo principalmente los modelos elaborados por UNICEF (2020) y la OCDE (2021). Además, se consideraron otros modelos relevantes, como los propuestos por Aihn (2019), Arup y la Fundación Bernard van Leer (2020), y NZ (2019). Con el objetivo de observar íntegramente la situación de niñas y niños en Chile, se consideró un enfoque ecológico basado en el modelo de Urie Brofenbrenner. Este permite entender que el desarrollo de niñas y niños depende de interacciones y relaciones con personas, estructuras y sistemas en distintos niveles, ya sea en las interacciones más cercanas, como aquellas que se dan en la familia y círculos íntimos; en las interacciones sociales que se construyen en el barrio, escuela y con pares, y también con los contextos sociales, normativos, valóricos y las políticas públicas. Observatorio Niñez de Colunga además toma una perspectiva del curso de la vida, entendiendo que cada etapa del ciclo vital de niñas, niños y adolescentes se encuentra marcada por distintas relaciones y necesidades.
Para dar cuenta del bienestar de niñas, niños y adolescentes, los indicadores reflejan resultados -sobre todo en la dimensión Salud y Aprendizajes- como factores facilitadores o limitantes para alcanzar el bienestar -por ejemplo, en las dimensiones de Entornos, Condiciones Materiales y Cuidados-. Los indicadores seleccionados también incorporan una perspectiva del curso de la vida, considerando datos que reflejan experiencias importantes para distintas etapas, desde el nacimiento hasta la adolescencia.
La selección de indicadores fue realizada considerando tres criterios:
(1) Relevancia del indicador para el modelo de bienestar: Los indicadores seleccionados han sido documentados como relevantes para definir el bienestar general de niñas y niños. Existe literatura que respalda la importancia de estos indicadores y sus efectos en distintos resultados de los niños a lo largo del curso de la vida, ya sea en su desarrollo integral, su salud, su logro académico, entre otros outcomes importantes para el logro del potencial de niñas y niños.
(2) Calidad y sistematicidad de los datos: Se seleccionaron indicadores que se miden de manera consistente y regular en Chile. Para ello, seleccionamos fuentes de datos que se levantan de manera sistemática, como la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), el Simce (Sistema de Medición de la Calidad de la Educación) y datos administrativos del Ministerio de Salud.
(3) Datos que tengan representatividad a nivel regional: Esto implica que poseen cierto estándar de diseño muestral que permite comparaciones legítimas entre distintas regiones y a lo largo del tiempo, sin mucho error muestral.
También se tomaron como referentes indicadores que han sido levantados y monitoreados por observatorios de niñez internacionales, como Kids Count y Observatoire des tout-petits.
2. Indicadores seleccionados por dimensión
SALUD
Niñas y niños con bajo peso al nacer:
Corresponde al porcentaje de niñas y niños nacidos vivos en el año de referencia que nacen pesando menos de 2.500 grs. La fuente es la información publicada por el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud. Este indicador corresponde al primer peso de un recién nacido y se obtiene poco después del nacimiento (idealmente, menos de una hora). Los bebés que nacen con un peso de más de 2.500 gramos generalmente se clasifican como de peso normal, mientras que los que pesan menos se clasifican como de bajo peso al nacer. Este umbral se basa en una amplia evidencia que indica que los bebés nacidos en los rangos de peso más bajos tienen mayor riesgo de mortalidad infantil, mala salud, discapacidad y retrasos en el desarrollo cognitivo (Carr, 2009).
Niñas y niños con malnutrición por exceso:
Corresponde al porcentaje de niñas y niños de prekínder, kínder, primero básico, quinto básico y primero medio que presentan malnutrición por exceso u malnutrición por exceso severa. Este indicador se mide a partir del índice de masa corporal (IMC) y se considera a una persona obesa cuando este índice está sobre 30 de acuerdo con los estándares y referencias de la OMS 2006 y 2007. La fuente para este indicador es la información de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas del Ministerio de Educación (JUNAEB), que mide, en los distintos niveles y de manera anual, el peso y talla de niñas y niños. Según la OMS, la malnutrición por exceso y malnutrición por exceso severa son enfermedades crónicas definidas por una acumulación excesiva de grasa en el cuerpo que puede ser perjudicial para la salud. Está, a su vez, es un predictor de la salud: se asocia a un incremento del riesgo de enfermedades circulatorias y cardíacas, como hipertensión o diabetes, tanto en la niñez como en la vida adulta (OMS, 2016), así como una baja calidad de vida en general.
Niñas y niños con presencia de síntomas depresivos:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes entre séptimo y tercero medio que presentan un puntaje de 19 o más en la escala de detección de la depresión infantil de Birleson (EDIB). La fuente es la Encuesta Nacional de Polivictimización en niños, niñas y adolescentes de la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior y Seguridad Pública. Esta encuesta se aplicó en 2017 y 2023 a una muestra representativa a nivel nacional y regional. La EDIB es un instrumento de autoreporte con 18 ítems, que evalúa la sintomatología depresiva de la semana anterior. El puntaje total varía de 0 a 36, donde los números más altos indican mayor frecuencia de síntomas. Este instrumento ha sido adaptado para su uso en niñas, niños y adolescentes en Chile, con alta confiabilidad. Puntajes sobre 19 indican una alta probabilidad de presentar depresión según los lineamientos de la guía clínica del Ministerio de Salud.
Niñas, niños que han consumido alcohol:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes entre octavo básico y cuarto medio que declaran haber consumido, alguna vez en el último mes, al menos una unidad de alcohol. Este indicador se conoce como la prevalencia de último mes y se usa en distintos países para medir el consumo de alcohol en distintos grupos poblacionales. La fuente es la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Población Escolar (ENDPE), del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA). Este estudio se aplica a una muestra representativa a nivel nacional y regional de estudiantes en distintos tipos de colegio de manera periódica cada dos años. Actualmente lleva más de 14 aplicaciones desde el año 2000.
APRENDIZAJES
Niñas y niños matriculados en educación parvularia entre 0 a 5 años:
Corresponde al porcentaje de niñas y niños que se encuentran matriculados en educación parvularia entre 0 a 5 años con respecto a la población proyectada entre 0 a 5 años. Las fuentes de información corresponden a la base de datos de Matrícula Educación Parvularia oficial 2023 y 2017, Centro de Estudios MINEDUC y a la proyección de población para el año 2017 y 2023 estimada por el INE. Este indicador se calcula como el cuociente entre el número de niñas y niños matriculados en Educación Parvularia entre 0 a 5 años y el número de niñas y niños en edad teórica de asistir a ese nivel.
Niñas y niños sin competencias mínimas en lectura (cuarto básico):
Este indicador mide la proporción de alumnos de cuarto básico que se encuentran en el nivel “insuficiente” en la prueba de lectura Simce. El nivel insuficiente corresponde a una clasificación de estándares de aprendizaje, un referente estandarizado que describe lo que los estudiantes deben saber y poder hacer en las evaluaciones Simce. Este estándar se clasifica en tres niveles: adecuado, elemental e insuficiente. El nivel insuficiente agrupa a aquellos que no demuestran consistentemente los requisitos mínimos para alcanzar el nivel elemental, es decir, muestran escasa capacidad para localizar información, interpretar y reflexionar sobre una variedad de textos apropiados para su nivel. La fuente de información son las bases Simce de la Agencia de la Calidad de la Educación para 2017 y 2023.
Niñas y niños sin competencias mínimas en matemáticas (cuarto básico):
Este indicador mide la proporción de alumnos de cuarto básico que se encuentran en el nivel “insuficiente” en la prueba de matemáticas Simce. El nivel insuficiente corresponde a una clasificación de estándares de aprendizaje, un referente estandarizado que describe lo que los estudiantes deben saber y poder hacer en las evaluaciones Simce. Éste estándar clasifica en tres niveles de aprendizaje: adecuado, elemental e insuficiente. El nivel insuficiente indica que el estudiante no cuenta con requisitos mínimos para alcanzar el nivel elemental. Es decir, muestran escasa evidencia de que comprenden los conceptos y procedimientos más elementales de números y operaciones, patrones y álgebra, geometría, medición y datos y probabilidades propios del periodo; así como un escaso dominio de las habilidades matemáticas de resolver problemas, representar, modelar y argumentar. La fuente de información son las bases Simce de la Agencia de la calidad de la Educación para 2017 y 2023.
Niñas y niños con inasistencia grave:
Este indicador indica la proporción de estudiantes entre primero básico a cuarto medio que asisten a menos de un 85% de los días correspondientes al total de la jornada escolar oficial. En esta definición se considera como inasistencia toda ausencia, justificada o injustificada, de un estudiante a su establecimiento educacional. Las fuentes de información utilizadas corresponden a las bases de rendimiento del Ministerio de Educación para los años 2017 y 2023. La asistencia escolar no solo es esencial para que los estudiantes adquieran los conocimientos, habilidades y actitudes esperadas durante su educación, sino que también contribuye a su desarrollo socioafectivo y fomenta hábitos fundamentales para su vida futura, como la responsabilidad.
CUIDADOS
Niñas y niños que viven en hogar nuclear monoparental:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes entre 0 y 18 años que viven en hogares donde existe un sólo adulto que, además, es el jefe de hogar. En general son familias en donde una madre vive con sus hijos. La fuente es la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional del Ministerio del Desarrollo Social y Familia (CASEN). Esta medición cuenta con 14 aplicaciones desde 1990 hasta la fecha con una periodicidad de 2 o 3 años entre cada aplicación. Los tipos de hogar influyen en el acceso a recursos para las familias. Existe una asociación importante entre hogares monoparentales y pobreza. Los hogares monoparentales nucleares, donde frecuentemente las mujeres son las jefas de hogar, enfrentan mayores demandas al no poder redistribuir responsabilidades económicas y de cuidado con otros adultos del hogar. Esto implica que un sólo adulto cuenta con la responsabilidad de asegurar el bienestar de niñas y niños del hogar, lo que se asocia a mayor estrés parental y menor disponibilidad de recursos para la crianza.
Niñas y Niños en familias que no tienen apoyo para su cuidado:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes entre 0 y 18 años que viven en hogares donde el jefe de hogar declara que no conoce a alguien que pueda ayudar a cuidar a los niños y niñas u otras personas dependientes del hogar. La fuente es la Encuesta CASEN y la pregunta empleada es “¿Alguien en su hogar, conoce a una persona que pueda ayudar en el cuidado de niños(as) o personas en situación de discapacidad o dependientes en el hogar?”. Se considera como que no tienen apoyo a las personas que responden con la alternativa “no conoce”. Este indicador hace alusión a los vínculos o redes de apoyo que tienen los cuidadores para atender a niñas y niños en el hogar.
Niñas y niños víctima de maltrato de algún cuidador:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes entre séptimo básico y tercero medio que declaran haber sido víctimas durante el último año de distintas formas de violencia por parte de algún adulto cuidador (padres, abuelos, otros familiares, niñeras y adultos no familiares que los cuidan). Este indicador se construye en base a cuatro expresiones de maltrato por parte de adultos cuidadores: violencia psicológica (en los últimos 12 meses, ¿te has sentido mal porque algún adulto cercano te ha insultado, te ha dicho cosas malas o crueles, o que no te quería? ); violencia física (en los últimos 12 meses ¿Algún adulto cercano te ha cacheteado, golpeado, dado patadas o te ha hecho daño físico de alguna forma?); negligencia (En los últimos 12 meses: ¿Has sentido que los adultos con los que vives no te han cuidado como deberían? por ejemplo: no se han preocupado de tu alimentación, de tu salud o que vayas al colegio) y alienación parental (En los últimos 12 meses: ¿uno de tus padres o algún miembro de tu familia te ha apartado, mantenido alejado o escondido de tu padre o de tu madre?). La fuente es la Encuesta Nacional de Polivictimización en niños, niñas y adolescentes aplicada por la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior y Seguridad Pública. Esta encuesta se aplicó en 2017 y 2023 a una muestra representativa a nivel nacional y regional. El maltrato y violencia por parte de los cuidadores puede dejar daños permanentes en la vida de niñas y niños, como problemas de salud mental, de desarrollo social, emocional, físico y cognitivo. Diversos estudios han asociado el maltrato al abuso de sustancias y dificultades en las relaciones durante la adolescencia. Además, la neurociencia documenta que el maltrato tiene como consecuencia procesos psicológicos alterados, como la regulación del cortisol, lo que puede ser la causa de los problemas mencionado previamente.
Tasa de niños víctimas en denuncias de violencia intrafamiliar: Corresponde al número de niñas y niños cada 1.000 habitantes que han sido víctimas de delitos de violencia intrafamiliar según el registro de casos policiales. Este registro da cuenta de los delitos conocidos por las policías, sobre la base de información oficial reportada por Carabineros y la Policía de Investigaciones (PDI). La información que llega a las policías se construye a partir del registro de detenciones flagrantes y denuncias formales. Para la construcción de este indicador se utiliza como fuente la información publicada en el portal del centro de estudios y análisis del delito del Ministerio del Interior y Seguridad Pública y la proyección de población de la misma edad estimada por el INE para los años 2017 y 2023.
CONDICIONES MATERIALES
Niñas y niños con altos costos de vivienda:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años que viven en hogares que pagan más del 30% de sus ingresos en arriendo o dividendo. Para medir este indicador se consideró lo propuesto por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, donde se entiende que la asequibilidad se encuentra en el marco de las necesidades habitacionales en el país. La fuente corresponde a la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y de Familia. Los estudios han establecido que vivir en un hogar con altos costos de vivienda tiene efectos negativos sobre el bienestar de la niñez en dos niveles. Por un lado, viviendas no asequibles producen mayores niveles de estrés parental, lo que a su vez impacta de forma negativa en diversas esferas de las niñas y niños, como conductuales, de salud mental y de aprendizaje. Por otro lado, tiene efectos en las condiciones materiales de la niñez, en tanto que vivir en viviendas con un alto costo de arriendo implica en muchos casos que se vean privados de bienes necesarios para su desarrollo, como alimentos, abrigo o medicinas.
Niñas y niños cuyos padres carecen de empleo seguro:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes en donde ninguno de sus padres tiene un empleo seguro, entendiéndose empleo seguro bajo dos criterios. En primer lugar, corresponde a un trabajo formal, siguiendo la propuesta del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, esto es, ser un trabajador asalariado o del servicio doméstico que tenga cotizaciones de salud (Isapre o FONASA) y previsión social (AFP), siendo ambas variables necesarias. Los familiares no remunerados son considerados informales y se excluye en la definición a los trabajadores por cuenta propia que están dentro de la ocupación poder ejecutivo, profesionales y técnicos. El segundo criterio, es que tengan un trabajo permanente. La fuente corresponde a la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y Familia. Tener padres que se ven expuestos a las consecuencias de carecer de empleo seguro, inseguridad laboral o a la fluctuación de sueldos, genera mayor estrés familiar y, por ende, mayor tensión en las relaciones al interior del hogar. Además, los empleos inseguros se encuentran asociados generalmente a jornadas laborales no compatibles con la crianza, no pudiendo brindar las atenciones y cuidados que las niñas y niños necesitan en todas las etapas de su desarrollo. Se ha documentado que una proporción importante de niñas y niños que tienen padres con empleo inseguro, sienten que no tienen las mismas oportunidades que otras niñas y niños que no se encuentran en la misma situación familiar.
Niñas y niños en hogares con inseguridad alimentaria:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes que viven en hogares que en algún momento de los últimos doce meses tuvieron que reducir sus porciones o la calidad de los alimentos por falta de dinero o que derechamente no pudieron comer a pesar de tener hambre por no disponer de los recursos necesarios para hacerlo. Este indicador se construyó utilizando la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria propuesta por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que ha sido aplicada por la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y de Familia desde el 2017. Experimentar inseguridad alimentaria tiene un impacto negativo en la vida de niñas y niños. Algunos de los efectos nutricionales son tener una peor salud, dietas de menor calidad y un mayor consumo de alimentos altos en energía, grasas y azúcar. Además, se vincula con problemas de conducta, bajo rendimiento escolar, mayor absentismo y retrasos en el desarrollo del lenguaje.
Niñas y niños viviendo bajo de la línea de la pobreza:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes (0 a 17 años) que viven en hogares que reciben ingresos que se encuentran bajo la línea de la pobreza. Estos contemplan los ingresos autónomos del hogar y los subsidios estatales. Este indicador es medido por la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y de Familia. La línea de la pobreza es calculada por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia en base al costo actualizado de la Canasta Básica de Alimentos. En noviembre de 2022, que corresponde a la medición utilizada por CASEN en la aplicación del mismo año, la línea de la pobreza fue de 216.849 pesos para hogares con un único miembro. Se ha documentado que la pobreza infantil tiene profundos impactos en las niñas y niños, tanto en su bienestar presente como futuro. Respecto al bienestar presente de las niñas y niños, encontrarse en situación de pobreza tiene implicancias en el acceso a servicios de salud, en el rendimiento académico y tiene consecuencias negativas en el desarrollo socioemocional, mental y físico. Por otro lado, vivir en hogares bajo la línea de la pobreza en la infancia impacta también en las posibilidades en la vida adulta de encontrar trabajo, tener ingresos y se encuentra asociada a mayores tasas de morbilidad y mortalidad.
BARRIOS Y ENTORNOS
Niñas y Niños que vive con alta contaminación acústica:
Corresponde al porcentaje de niñas y niños (0 a 17 años) que viven en barrios donde, en los últimos 12 meses, muchas veces o siempre hubo presencia de contaminación acústica o ruidos molestos, como tráfico de autos, aviones o maquinarias. Este indicador se obtuvo a partir de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y de Familia y es posible replicar para los años 2015, 2017 y 2022. Ha sido documentado que la contaminación acústica puede afectar el desarrollo de las niñas y niños dado que la exposición a ruidos ambientales altera los patrones de sueño y activas respuestas al estrés, lo que puede producir deterioro cognitivo y puede provocar daño auditivo
Niñas y Niños en barrios con alta acumulación de basura:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes (0 a 17 años) que viven en barrios donde, en los últimos 12 meses, muchas veces o siempre hubo acumulación de basura en el espacio público, como calles, caminos o veredas. Este indicador se obtuvo a partir de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y de Familia y es posible replicar para los años 2015, 2017 y 2022. El entorno en el que crecen niñas, niños y adolescentes tiene implicancias en su desarrollo y salud. La acumulación de basura en espacios públicos produce que se expongan a aire y agua contaminada y posibles enfermedades derivadas por plagas o pestes presentes en microbasurales, esto afecta su salud y desarrollo.
Niñas y niños viviendo en barrios con violencia crítica:
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes (0 a 17 años) que viven en barrios donde hay presencia de violencia crítica en el último mes. Un barrio con violencia crítica se considera a aquellos en donde hay balaceras o disparos, desde pocas veces hasta siempre, o bien que haya personas peleándose o amenazándome en la vía pública muchas veces o siempre. Este indicador se obtuvo a partir de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y de Familia y es posible replicar para los años 2015, 2017 y 2022. Vivir en barrios con violencia afecta el desarrollo en la niñez. Niñas y niños que viven en barrios violentos tienen más probabilidades de experimentar estrés tóxico, afectando su salud física y mental. En el ámbito del aprendizaje, un barrio con poca seguridad se encuentra relacionado con problemas en el aprendizaje, mayores tasas de deserción escolar y peor desempeño académico. Además, vivir en entornos violentos obstaculiza que las y los vecinos puedan usar el espacio público que rodea su vivienda, como plazas, parques, canchas, entre otros.
Niñas y niños que viven en hogares sin áreas verdes a 2,5 km de distancia
Corresponde al porcentaje de niñas, niños y adolescentes (0 a 17 años) que residen en viviendas que no tienen áreas verdes (plazas o parques) a menos de 20 cuadras o 2,5 km de distancia. Este indicador se obtuvo a partir de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y de Familia y es posible replicar para los años 2015, 2017 y 2022. La literatura ha demostrado que el acceso a áreas verdes impacta en el desarrollo físico, social y mental de las niñas, niños y adolescentes. Por ejemplo, tener mayor exposición a áreas verdes, paisajes naturales e incluso jardines al interior del hogar, se encuentra relacionado a una mayor capacidad de afrontar eventos estresantes, mayor auto-percepción de sí mismo, menores niveles de ansiedad, entre otros. Además, el área verde debe encontrarse a una distancia corta y el recorrido para llegar a él debe ser seguro, para que de esta forma se garantice el acceso a estos espacios. De esta forma, las plazas o parques se constituyen como un factor de protección en la niñez.
Fuentes de datos:
Los 20 indicadores del bienestar que se presentan corresponden a datos que provienen de encuestas o datos administrativos levantados por reparticiones públicas como el Ministerio de Salud, Ministerio de Educación, Ministerio de Desarrollo Social y Ministerio del Interior. Consideramos que estos son los mejores datos disponibles para rastrear cambios a través del tiempo y diferencias entre regiones. Muchos de los indicadores se basan en muestras y, como todos los datos de muestras, contienen error aleatorio. Por otro lado, los datos levantados por el Ministerio de Educación (aquellos provenientes del Simce, como información de matrículas y datos de asistencia) y por el Ministerio de Salud (porcentaje de niñas y niños con bajo peso al nacer) son datos censales, ya que corresponden a registros oficiales aplicados a toda la población objetiva.