¿Porqué es tan alta la inasistencia a educación parvularia?

 

A pesar de la significativa inversión de Chile en educación parvularia por cada niño y niña (Fig. 1), las tasas de matrícula no han alcanzado niveles proporcionalmente altos. En comparación, Chile se sitúa considerablemente por debajo de las altas tasas de matrícula observadas en países como Argentina o Colombia, donde estas se aproximan al 100%. No obstante, cabe destacar que Chile supera a Argentina en términos de matrícula para niños menores de 2 años.

Así, si bien según Casen, entre 1990 y 2011 la cobertura de la educación de párvulos en Chile se casi triplicó, con crecimiento en el número de instituciones y plazas de matrícula, actualmente nuestro país presenta las tasas de cobertura de educación de párvulos más bajas de la OCDE. Según sus informes, la tasa de inscripción en Chile para menores de 2 años es del 13,2%, incrementándose al 33,3% a la edad de 2 años, al 51,3% a los 3 años, y llegando al 78,5% a los 4 años. Para los niños de 5 años, la situación es tal que 1 de cada 9 no está inscrito en el sistema de educación parvularia.

 
 
 
 

Entre marzo y junio de 2022, se registró una preocupante tasa de inasistencia que superó el 85% en las salas cuna y en los niveles medios de educación parvularia. Esta cifra representa un aumento significativo en la inasistencia en comparación con los datos de 2019, evidenciando un problema generalizado que afecta profundamente el bienestar y el desarrollo de los niños y niñas. Este incremento en la inasistencia resalta la necesidad urgente de abordar las causas que pueden afectar el acceso a la educación en las etapas más tempranas.

 
 
 
 

El tema es complejo en gran medida porque hasta ahora no se tiene claridad de qué razones pesan más tanto en la inasistencia de niños a los jardines como en la decisión de las familias de no matricularlos. Este último número es preocupante: de acuerdo con la proyección poblacional, aproximadamente 700 mil niñas y niños (casi el 50% de este tramo etario) no están matriculados en sala cuna o jardín infantil.

Una alternativa pueden ser las preferencias de madres, padres o cuidadores. Otra puede ser que exista una brecha entre las plazas ofrecidas y las necesidades de cada territorio, generando listas de espera. Según los reportes de Chile Crece Contigo, un tercio de ellos (233.000) ha solicitado la gestión de un cupo de sala cuna. Y de este grupo, la mitad (116 mil) no ha recibido una gestión oportuna de esta solicitud.

Estas  proyecciones permiten estimar que en Chile al menos existe una brecha de cobertura de aproximadamente 225.647 plazas en el país, y que 41% de ellas se concentran en 20 comunas (ver recuadro) que encabezan Puente Alto, Maipú, Antofagasta y Santiago Centro.

Al mismo tiempo, según registra el Sistema de Alertas y Acciones SRDM de Chile Crece Contigo (ver tabla), en octubre del 2023, 225.647 niñas y niños requerían gestión de su ingreso a sala cuna o jardín infantil. De ellos, la mitad se encontraba sin gestión, y 2,1% con acción no resuelta.

 
 
 
 
 
 

En relación con la oferta y demanda para este nivel educativo, actualmente se observa una capacidad ociosa en la oferta, lo que puede deberse a un descalce geográfico (que no exista oferta suficiente en comunas donde sí hay niños) o a lugares donde si bien hay oferta, la preferencia de los padres es que sus hijos no asistan a educación parvularia. Para hacerse una idea: en promedio, en Chile los establecimientos parvularios cuentan con 61 matriculados, pero actualmente un cuarto de ellos no supera las 25 matrículas. A lo largo del país hay 31 jardines donde asiste solo un niño o niña.

El análisis sobre la demanda educativa revela que diversos factores contribuyen a reducir la probabilidad de que un infante asista a la Educación Parvularia. Entre estos se incluyen: el desempleo materno, la temprana edad del niño, un bajo nivel educativo de la madre, ingresos familiares bajos y hogares de gran tamaño. Estas condiciones complican significativamente el objetivo de alcanzar una cobertura total en educación parvularia, especialmente en los niveles iniciales como las salas cuna y preescolar.

Esta situación no es exclusiva de Chile; en otros países se promueve que los niños permanezcan en casa durante sus primeros años de vida. Sin embargo, se plantea un desafío adicional en el contexto chileno, donde el acceso universal a las salas cuna se concibe principalmente como un derecho de las madres trabajadoras, dejando de lado a los niños cuyos padres o cuidadores principales no están empleados. Esta perspectiva limitada sobre el derecho a la educación temprana subraya la necesidad de una política más inclusiva que reconozca el acceso a la educación parvularia como un derecho fundamental de todos los niños y niñas, independientemente de la situación laboral de sus cuidadores.

La tabla 2 muestra que los centros de Educación Parvularia en Chile están organizados en tres categorías principales: Sala Cuna, Nivel Medio y Nivel de Transición, cada uno subdividido en dos segmentos adicionales. Se observa una notable baja inscripción de niños menores de 3 años en comparación con las cifras de matrícula en los niveles superiores. Este fenómeno sugiere una preocupación adicional: estos niños requieren atención y oportunidades de aprendizaje que, en muchos casos, son proporcionadas por mujeres, usualmente sus madres. Este compromiso con el cuidado infantil limita su participación en la fuerza laboral formal. Frente a las dificultades para equilibrar las responsabilidades de cuidado con las aspiraciones profesionales y la necesidad de ingresos, muchas de estas mujeres optan por empleos informales. Este escenario no solo refleja un desafío en términos de cobertura educativa temprana, sino que también subraya la importancia de diseñar políticas que faciliten la conciliación entre la vida laboral y familiar, asegurando así el bienestar y desarrollo integral de los niños y el empoderamiento económico de las mujeres.

La asistencia también determina el nivel de ingreso de los establecimientos educacionales por niño o niña.

 
 
 
 
 
 

Otro factor clave en la discusión sobre la grave inasistencia a la educación parvularia es cómo se entrecruzan el derecho a la educación con otros derechos fundamentales, como el de los padres, madres o cuidadores a decidir sobre la crianza y educación de sus hijos, tal como lo establece la Ley de Garantías. Esto lleva a algunos adultos a optar por no inscribir a sus hijos en salas cuna o jardines infantiles, decisión que no debe interpretarse como negligencia. Más bien, refleja una desconfianza o preferencia personal por cuidar de los niños directamente en el hogar.

Según el estudio Casen 2022, un 19,3% de los encuestados con niños de 0 a 5 años considera innecesaria la asistencia a educación parvularia, y un 66,4% señala que no acuden a estos establecimientos porque son cuidados en casa. Sin embargo, el estudio no especifica quién realiza estos cuidados. Dada la tendencia a la feminización de los cuidados en Latinoamérica, es probable que sean principalmente las madres, abuelas o tías quienes asuman esta responsabilidad (ONU, 2023).

Además, un 2,3% de los encuestados menciona el temor a enfermedades frecuentes como razón para evitar la asistencia a instituciones educativas, mientras que un 2,5% alude a la falta de vacantes disponibles. Estos datos subrayan la necesidad de abordar las preocupaciones de los padres y mejorar el acceso y la confianza en los servicios de educación parvularia, garantizando al mismo tiempo la salud y el bienestar de los menores.