Violencia Digital

1 cada 5 niñas y niños entre 7° básico y 3° medio ha sido víctimas de violencia digital en el último año

Indicador publicado por primera vez en noviembre del 2024
Última actualización del indicador en mayo del 2025

Vivir en entornos libres de violencia tiene efectos positivos en la salud mental de la niñez: las niñas y los niños que declaran no haber vivido violencia presentan mayores niveles de satisfacción con la vida y declaran ser felices en mayor medida[1]. Por el contrario, la violencia es una violación a los derechos fundamentales de niñas y niños y la exposición a distintos tipos de violencia puede generar altos niveles de estrés. Sin el adecuado acompañamiento, estas experiencias pueden gatillar una respuesta llamada estrés tóxico, que produce una sobrecarga del sistema nervioso, generando consecuencias de largo plazo en el aprendizaje, comportamiento y salud física o mental[2]. 

Temas relacionados

De acuerdo a Observatorio Niñez y el Centro de Justicia y Sociedad, la violencia digital ha aumentado y se ha vuelto más intensa en los últimos años. La evidencia muestra que las y los adolescentes que han sido víctimas declaran varias formas de violencia en el espacio digital, dando cuenta de que no se vive de forma aislada. Parte de la complejidad de esta violencia radica en que es más fácil que las y los adultos del entorno de niñas y niños no la vean[3].

Este indicador mide cuántas niñas y niños entre 7° básico y 3° medio declaran haber sido víctimas de violencia digital en el último año y alguna vez en su vida. La violencia digital contempla que alguien use internet para molestar, acosar, contar rumores o bien que alguien use internet para acosar sexualmente o mantener conversaciones de carácter sexual que ha producido incomodidad. La agresión puede ser producida por adultos o por niñas y niños. Se considera que una niña o niño ha sido víctima de violencia digital en el último año o alguna vez en su vida cuando responde que sí a al menos una de las dos victimizaciones que contempla este indicador.

Conclusión

Si bien la proporción de niñas y niños entre 7º básico y 3º medio que ha experimentado violencia digital no ha aumentado desde 2017 a 2023, continúa siendo una cifra alta. Actualmente, un 21% de las niñas y de los niños declara haber experimentado este tipo de violencia en el último año. Las niñas son particularmente vulnerables a la violencia digital, duplicando la proporción respecto a los niños que declaran haber experimentado violencia digital, tanto en el último año como en la vida. Las niñas y los niños en situación de discapacidad también presentan mayores tasas de violencia digital que aquellos que no se encuentran en situación de discapacidad. Por último, es preocupante que las niñas y los niños menores de 14 años fueron el único grupo en que aumentó la proporción que ha experimentado violencia digital, dando cuenta de la urgencia de abordar este problema a edades más tempranas, con el objetivo de asegurar un entorno seguro y saludable para su desarrollo y bienestar.

En consonancia con el marco INSPIRE elaborado por la OMS, UNICEF y otros organismos internacionales, se destaca la importancia de apoyar a los cuidadores como una estrategia clave para poner fin a la violencia contra niñas y niños[4]. Los resultados evidencian que trabajar con las familias es crucial, considerando las elevadas prevalencias de maltrato y violencia doméstica. Asimismo, se subraya la urgencia de fortalecer las escuelas, proporcionando un espacio donde tanto niñas como niños y su entorno puedan aprender y adoptar comportamientos y valores que contribuyan a la prevención de la violencia. Por otro lado, el fortalecimiento de los servicios de respuesta, atención y apoyo son claves para detectar casos críticos, ayudar a reparar a aquellas niñas y niños víctimas de violencia reiterada y violencia sexual. La puesta en marcha de Oficinas Locales de la Niñez y la protección administrativa son espacios esenciales para generar cambios que nos ayuden a frenar y reparar la violencia contra niños y niñas.

Sobre los datos

  • Este indicador mide cuántas niñas y niños entre 7° básico y 3° medio declaran haber sido víctimas de violencia digital en el último año y alguna vez en su vida. La violencia digital contempla que alguien use internet para molestar, acosar, contar rumores o bien que alguien use internet para acosar sexualmente o mantener conversaciones de carácter sexual que ha producido incomodidad. La agresión puede ser producida por adultos o por niñas y niños. Se considera que una niña o niño ha sido víctima de violencia digital en el último año o alguna vez en su vida cuando responde que sí a al menos una de las dos victimizaciones que contempla este indicador. 

  • La fuente es la Encuesta Nacional de Polivictimización en Niños, Niñas y Adolescentes aplicada por la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior y Seguridad Pública. Esta encuesta se aplicó en 2017 y 2023 a una muestra representativa a nivel nacional y regional y tiene por objetivo determinar la magnitud de la exposición a violencia en la niñez, junto con sus niveles de polivictimización.

  • La medición toma como referente un instrumento (o cuestionario estandarizado) llamado “Juvenile Victimization Questionnaire”, validado por David Finkelhor, reconocido sociólogo estadounidense. Esta escala permite identificar 32 tipos de victimizaciones agrupadas en 6 dimensiones y mide, también, la autoestima de adolescentes y depresión infantil en niñas y niños, con las escalas de Rosenberg y Birleson, respectivamente. Las victimizaciones que mide esta encuesta se dividen en 6 dimensiones: delitos comunes (con uso de fuerza física y sin uso de fuerza física), maltrato por cuidadores, maltrato por pares, sexual, entornos violentos (exposición a violencia en el barrio/comunidad y exposición a violencia en el entorno familiar) y digitales.

Referencias

[1] UNICEF. (2020). Global status report on preventing violence against children. https://www.unicef.org/reports/global-status-report-preventing-violence-against-children-2020

[2] Shonkoff, J. P., Garner, A. S., Siegel, B. S., Dobbins, M. I., Earls, M. F., McGuinn, L., & Pascoe, J. (2012). The lifelong effects of early childhood adversity and toxic stress. Pediatrics, 129(1), e232–e246. https://doi.org/10.1542/peds.2011-2663

[3] Observatorio Niñez Colunga & Centro Justicia y Sociedad UC. (2024). Agenda violencia contra la niñez: Panorama de los últimos 10 años. https://static1.squarespace.com/static/640b3ecd8e657207db1fba5a/t/6809ba6a9067c609fea40a5d/1745468106726/Agenda_Violencia_2025_WEB.pdf

[4] Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2017). INSPIRE: Siete estrategias para poner fin a la violencia contra los niños y las niñas. Washington, D.C.: OPS. https://inspire-strategies.org/sites/default/files/2020-06/Spanish.pdf

Finkelhor, D., Ormrod, R. K., & Turner, H. A. (2007). Poly-victimization: A neglected component in child victimization. Child Abuse & Neglect, 31(1), 7–26. https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2006.06.008

Anterior
Anterior

Prematurez en el nacimiento

Siguiente
Siguiente

Niñas y niños víctimas de violencia intrafamiliar